Soy consciente. Siempre que estoy con esa familia que a mi me parece perfecta pero que cuando rascas un poquito no lo es tanto, me quedo destrozada, para mi es como una visión de un futuro que nunca tendremos. Esa niña preciosa con su desvocada imaginación, jugando con su padre mientras él la mira con un amor que sólo alguien que es padre/madre puede tener.
Siempre que estoy con ellos me pasa esto. Soy consciente que es pura y sencilla envidia.
Pero, como bien me dijo ayer mi estrella polar, él no me quiere y eso de momento no va a cambiar, no parece que vaya a cambiar... nunca.
Que mala es la envidia.
Menos mal que hemos pasado de la crueldad extrema a las conversaciones reales y verdaderas, menos mal.
Este fin de semana me hubiera encantado engañarme a mi misma y decirme que todo había pasado ya y que podía vovler a tener una parte de lo que tuvimos. Pero eso no va a hacer que él me quiera y tiraría los tres meses que llevo peleando conmigo misma...
Mi yaya se apaga, léntamente, y a mi me duele tanto verlo...
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