Yo ya no soy joven, por lo menos ya no me siento joven. Si medimos la edad de uno en las responsabilidades que va adquiriendo y/ o en las experiencias vividas, yo ya no soy joven. Experiencias he vivido un puñado, algunas intensísimas, otras chorradas que he magnificado sin querer y por culpa de mi juventud; pero responsabilidades... Responsabilidades ya tengo unas cuantas, facturas, un alquiler, administrar mi tiempo para que me permita hacer algo más con mi vida que trabajar, y, sobretodo, tener un trabajo que me obliga a estar al cien por cien siempre para no cargarme a nadie.
Todo eso, me hace sentir vieja.
Soy traslúcida y vehemente. La luz pasa a través de mi e iluminan y calientan a los de mi alrededor pero a mí no, soy incapaz de absorber la luz o de reflejarla...
Traslúcida, vehemente y transparente.
Tres palabras que hacen que mi día a día se complique y retuerza.
No estoy preparada para la sociedad.... la sociedad no está preparada para mí, no lo sé, no lo tengo nada claro.
Pero, de verdad, juro y perjuro que no me siento joven (aunque soy consciente de que lo soy), y me enerva tener que oírlo.
Todo eso, me hace sentir vieja.
Soy traslúcida y vehemente. La luz pasa a través de mi e iluminan y calientan a los de mi alrededor pero a mí no, soy incapaz de absorber la luz o de reflejarla...
Traslúcida, vehemente y transparente.
Tres palabras que hacen que mi día a día se complique y retuerza.
No estoy preparada para la sociedad.... la sociedad no está preparada para mí, no lo sé, no lo tengo nada claro.
Pero, de verdad, juro y perjuro que no me siento joven (aunque soy consciente de que lo soy), y me enerva tener que oírlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario