Llevo unos días con una sobrecarga de adrenalina en la sangre. Desde hace unos días esnifé una sobredosis de él, de su cuerpo, de su olor, de su pelo y de sus palabras, sobretodo de sus palabras.
Cuesta acostumbrarse, tanto al exceso como a la falta.
Exceso de palabras el de la semana pasada, empacho de su voz. Cuesta acostumbrarse, porque da miedo mal acostumbrarse a eso. A lo bueno el ser humano se acostumbra enseguida. Y luego, puf! Luego hay que quitarse, y eso, eso si que cuesta...
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