jueves, mayo 15, 2008

La Amante del Viento

Empiezo nueva sección en el blog. Quiero colgar mis relatos, los que he escrito a lo largo de mi vida, bueno, colgaré los más buenos, mis prefes!

Espero que mis lectores habituales me den su más sincera opinión.


Este es el primero que os cuento:


LA AMANTE DEL VIENTO


Caminaba durante horas, siempre por la noche. Con una camisa blanca semitransparente que dejaba adivinar sus tersos pechos, y una falda de ese mismo color larga pero con vuelo, con mucho vuelo, para facilitarle así el camino.
Paseaba tranquila, serena, radiante, casi etérea por lo callejones, esquinas parques o plazas más vacías y solitarias. Y éstas, las calles, las esquinas, los parques y las plazas la esperaban oscuras, inertes, anhelantes de recuperar la vida con cada uno de sus firmes pasos, con el repicar de sus delicados tacones.

Ella sabe hacia donde dirigirse para encontrarle. Él la encuentra con facilidad, porque en cuanto ella comienza a buscarle él comienza a sentirla.
Y él le regala dulces aromas, increíbles olores que ella es incapaz de encontrar sola.
Camina despacio, lentamente para que él pueda recrearse con cada centímetro de su cuerpo, en cada poro de su piel. Y ella, sumisa, se tiende al placer que él le provoca con cada brisa, con cada brizna de aire, que podría ser, si no lo son, los suspiros de un alma atormentada por culpa de la pasión. Y ella disfruta con ese tormento. Necesita esa pasión en su vida.

Anhelaba un amante. Anhelaba la pasión, Ya no necesitaba el amor, o por lo menos no lo buscaba, se había cansado de no conseguir encontrarlo nunca como ella quería. Por eso ahora solo quería pasión. Necesitaba un amante, un hombre que cada vez que la mirase deseara desnudarla. Un hombre que la deshiciese en besos en cada esquina. Un hombre que le doliese el no poder tocarla. Todo eso, y mucho más, necesitaba ella. Y llevaba tiempo buscándolo, mucho tiempo, puede que demasiado. Y una noche en la que ya ni siquiera buscaba lo encontró a él. Infinito y arrogante. Se detuvo en uno de los callejones y empezó a sentirle. Y entonces entendió, que durante todo este tiempo no había podido encontrarle porque estaba demasiado ocupada buscando.

Ella estaba segura de que la Luna les envidiaba. Les miraba ofuscada por no poder imitarles, por ser un simple espectador y no una actriz en la obra de la vida. Estaba celosa.
Por eso el viento, muchas noches, conjuraba a las nubes para que la cubrieran y, así, dejara de mirarles. Porque el aire era muy egoísta y la quería toda para él, no quería compartirla con nadie.
Y ella permanecía echada en el suelo de las calles o los parques o las plazas, cansada, exhausta permitiendole su piel sentir todo lo que él puede ofrecerle. Forma etérea, incansable, insaciable. Su altruista amante. Su siempre amada. Aquel que nunca le falla. El que acaricia su cuerpo con sus infinitas manos, ese cuerpo que ansía ser acariciado. Mientras juguetea con su cabello y le regala aromas y pequeñas hojas y hermosas flores que la reconfortan y guardan.

Envolviéndola en su manta eterna.

Ella disfrutaba tanto con él, disfrutaba tanto DE él. Nunca había experimentado tantas y tan distintas experiencias. Cada roce era un sentimiento, una imagen que él le cedía. Cada caricia una palabra de pasión.
Pero… no era suficiente; para ella cada día era más frustrante. Al principio, cuando todo era nuevo, cada gesto, por insignificante que fuese, le parecía excitante. Pero ahora… ahora estaba harta de reprimirse. Harta de no poder disfrutar por completo de su amante. Cansada de que su vida real la reclamara cada mañana. Y para ella lo real era cada vez más ficticio y lo ficticio era cada vez más real. Mientras brillaba el sol se movía con un espectro entre la gente. Haciendo lo que tenia que hacer, diciendo lo que tenía que decir, ni más ni menos. Pasando cada día más y más desapercibida. Pero por las noches… por las noches se transformaba, cambiaba completamente todo su ser, su esencia era impregnada por él como si de un perfume se tratara. Disfrutaba cada instante de la noche, pero la noche cada vez se le hacía más corta. Ya no le era suficiente. Necesitaba sentirlo siempre, cada segundo del día, de la noche.

Decidió dejar al margen la realidad y vivir para siempre la fantasía. Fue a encontrarse con él, como hacía cada noche, pero ésta, por fin, fue totalmente desnuda.
Ando despacio hacia el parque ajena a los rumores y las miradas.
Se acercó al pequeño estanque y se echo en la orilla esperando pacientemente a recibirle. Y él llegó, excitado, arrastrando hermosas pétalos que colocaba estratégicamente sobre el cuerpo de ella. Obligando a las pequeñas gotas de agua a escapar de su lugar para que así recorrieran todos los caminos de ella. Y ella, tendida sumisa, disfrutaba por fin completamente de su amante.
No existía el tiempo, ni las personas, ni los ruidos. Solo ellos. Y la noche. Y los pequeños pétalos. Y las gotas de estanque. Y la hierba que la rodeaba. Y los dulces aromas. Y él. Y ella. Y la pasión.

La encontraron a la mañana siguiente, cubierta de flores y hojas secas que formaban su sudario. Parecía… dormida, feliz. Satisfecha. Porque ahora podía sentirlo eternamente. Porque ahora ella era una con el viento.


FIN

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Frases para recordar

  • · "¿Se puede pensar en el futuro, teniendo presente el pasado?"
  • · "Nibili volitum quin praecognitum " (No se desea nada que no haya conocido antes)
  • · "Nibil cognitum quin praevolitum " (Nada es conocido que no se haya anteriormente amado)