Parches de Nicotina Emocional

Por lo menos me he dado cuenta.
Parece que el 2012 es el año de las revelaciones, claro, como se acaba el mundo…
Son parches, parches de nicotina emocional que sólo me hacen más mal que bien.
Que no me sirven para nada bueno.
Quiero, necesito y creo que me merezco un hombre que me quiera que, simplemente, quiera estar conmigo, que me merezca.
Y, como no tengo nada de esto, me voy poniendo parches, parches de mierda que me dan una dosis que me consuela en el ese momento, que me quitan la ansiedad, pero que no tratan mi “problema”, que tampoco es un problema, simplemente es una carencia.
Es así de sencillo, parches de nicotina emocional. Mini dosis de novio, de pareja, de mimos amorosos que no son reales.
Es mejor que la cama esté fría que caliente por un peso muerto.
Es mejor ver las exposiciones sola que sentir una soledad inmensa cuando él se va.
Es mejor, quizás no es mejor, pero es menos doloroso, no, tampoco, es menos dañino. Menos… crónico.
Si no, los sentimientos se enquistan, se engarzan a la piel y es imposible separarlos, ni con parches, ni con bisturís, ni de ninguna manera.
Ayer, por fin, me planté un poco. Entiendo que él es mi debilidad y, aunque no quiera reconocerlo, es posible que lo sea toda la vida; pero el otro no, el otro no tiene derecho. Le he dado unos privilegios que no se merece.
Se acabaron los parches de nicotina porque, además, yo no he fumado en la vida.