Pasó hace días, pero hasta hoy no he tenido ganas, fuerzas, ni tiempo para sentarme a escribirme esto.
Ya está. Quemado todo.
Le entregué la última caja y en ella estaba mi corazón, pequeñito y mal herido, esperando a que alguien, bueno a que él, lo curará, como hago yo durante 8 horas al día.
Me senté delante de él y lo vomité todo, una cosa detrás de otra, mis ojos también pidieron su parte de texto en la obra y no dejaron de hacer de fantásticos secundarios llorando sin parar.
Así que ahora ya no puedo esconder las cosas debajo del sofá, porque yo no tengo alfombra. Ahora tengo que dejar de mentirme a mi misma, tengo que dejar de vivir una ilusión. Pero es que... los espejismos son tan calientes, tan reconfortantes, tan... cómodos.
Me sentí... aliviada. Por fin podía dejar de mentir, y no me quedé con nada dentro, todo fuera. Y él... lo recibió con dolor y pena, inesperadamente. Fue todo tan real, mucho más que los espejismos, mucho más duro, tan brillante que dolía.
Me sentí aliviada, pero tan sola. Y eso es lo que queda ahora.
2 comentarios:
Vaya,,,,eres tú???
La petitte??
En muchas ocasiones la verdad no es una buena compañera de viaje, se es mucho más feliz viviendo en cierta parte una pequeña mentira..
Es mejor vivir feliz y en la mentira?
o triste y en la verdad?
Ese dilema a mi también me afecta últimamente...
Ssshhh! no cuentes secretos en sitios públicos :)
Todavía no puedo responder a tu pregunta, pero supongo que hay que vivir la realidad por dura que sea no?
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