
Ayer volví a subirme a un teatro, por supuesto no fue el principal pero fue otro, pequeño y modesto pero muy familiar.
Nunca me acuerdo de lo muchísimo que me gusta actuar hasta que me subo encima de esa tarima de madera que sirve como escenario.
A veces pienso en dejarlo todo y buscarme la vida como actriz, y esos días, muchas veces me pasa, coinciden con los que llegan las facturas o con los que tengo que pagar el alquiler o una mierda de esas que hace que se me aiga el castillo de naipes. La realidad mata a los sueños, por lo menos a los míos, en todos los aspectos de mi vida.
Bueno, por lo menos me queda la noche para seguir soñando ¿no?
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